Christer, un niño de seis años de Noruega, afirma que lo que más desea en el mundo es llamarse Sonic X, en honor a la serie que protagoniza actualmente el erizo de Sega.
Parece que su ilusión es tan grande que decidió escribir una carta a Harald Oldenburg, rey de Noruega, para pedirle que se le permitiese cambiar su nombre por el otro, con el que por cierto se convertiría en una leyenda entre sus amigos de clase.
El monarca, que tiene más luces que los padres del crío que le permitieron enviar la carta, rechazó su petición, invitando al pequeño Christer a cambiar su nombre, si aún lo consideraba adecuado, cuando cumpliese la mayoría de edad.
La noticia, más que una curiosidad, es una señal más de como el mundo del videojuego está cada día más integrado en nuestras vidas.
Si nos fijamos, hace treinta años, posiblemente encontremos la misma noticia en algún diario local en el que un niño quería cambiar su nombre por el de algún superhéroe del cómic. Elemento que, por aquél entonces, sólo tenía cabida para unos pocos (tal y como ahora pasa con los videojuegos), y ahora, cada vez más, forma parte de nuestro día a día.