
“El hábitat inflable –explicó De León a Página/12– es un cilindro de tres metros de diámetro por diez de largo. Se transporta plegado y, después del alunizaje, se lo dispone en comunicación con la nave, de modo que los astronautas tengan libre tránsito sin necesidad de traje espacial. Tendrá un esqueleto metálico que permitirá organizarlo en distintos compartimientos, disponibles para diversas funciones y que otorgarán privacidad.”
El segundo encargo de la NASA es “un vehículo motorizado, parecido a los autitos que veíamos por la tele en las misiones Apolo, pero con la diferencia de que llevará un módulo presurizado, para que sus ocupantes no necesiten usar traje espacial. Esto permitirá exploraciones que se alejen bastante de la base lunar; incluso se podrá dormir en el vehículo –explicó De León—. El traje espacial sólo se lo pondrán para salir al exterior”.
Cuando salgan del autito lunar y, sobre todo, cuando vuelvan, habrá que prevenir un problema que conoce todo aquel que haya visitado, pongamos, el balneario de Mar de Ajó: cuando salimos a la playa está todo bien, pero, cuando volvemos, el auto se nos llena de arena. La Luna es muy parecida a Mar de Ajó, con el agravante de que “el polvo lunar es altamente abrasivo: se pega en los diferentes sistemas mecánicos, es uno de los problemas más graves en exploración lunar”, advirtió De León. La solución que su equipo desarrollará es “un diseño por el cual el traje se transporta en la parte de afuera del vehículo; cuando el astronauta quiere salir, entra al traje por atrás, se lo pone y, mediante un doble juego de puertas herméticas, pasa al exterior; al regresar, repite el procedimiento, de modo que el traje, con el polvo lunar adherido a su exterior, vuelve a quedar en la parte de afuera del vehículo”.
Esto requerirá una nueva generación de trajes espaciales, especialmente diseñada para la Luna y llamada NDX-2. La que ya vienen utilizando los astronautas, NDX-1, también fue diseñada por el equipo de De León.
Otro de los problemas que deberán enfrentar los humanos en la Luna es el de la radiación solar: “En el proyecto Apolo, la estadía lunar era de un día o poco más, pero, si se quiere permanecer varios meses, hay que protegerse ante la probabilidad de períodos de mucha actividad solar”, observó De León. La solución que se ensayará consiste en “cubrir los hábitat con polvo lunar, de modo que éste actúe como escudo contra la radiación: haremos simulaciones de este procedimiento en una zona desértica de Estados Unidos”.
Desde hace cinco años, el laboratorio dirigido por De León obtuvo diversos contratos de la NASA para el diseño y fabricación de trajes espaciales, “pero éste es el más importante, que implica más tiempo y responsabilidades”. El trabajo, que incluirá la construcción de prototipos para cada dispositivo, durará “entre dos años y medio y tres años”.
La nueva nave espacial que volará a la Luna empezará a probarse en 2015 y la primera expedición de la nueva serie podría tener lugar antes de 2020.
Vía | pagina12