Las primeras viviendas que se erijan en la Luna serán argentinas; también serán argentinos los primeros vehículos presurizados que circularán en la superficie lunar, y ya son argentinas las primeras exageraciones periodísticas al respecto. Lo cierto es que un argentino, el ingeniero Pablo de León, ha sido designado por la NASA para diseñar una serie de sistemas de hábitat y transporte apropiados para permanecer por lo menos seis meses en la Luna. Esto incluye una especie de casita inflable, que los astronautas llevarán plegada en su nave y armarán en el lugar de alunizaje, y también un vehículo terrestre con cabina hermética, que les permitirá desplazarse por la superficie sin necesidad de trajes espaciales. Para cuando finalmente salgan con los trajes, se pondrá a punto un sistema para impedir que, al volver, el vehículo y las instalaciones se contaminen con el terrible polvo lunar, capaz de corroer los mecanismos. De León dirige el Laboratorio de Trajes Espaciales de la Universidad de Dakota del Norte y ya había ganado varios concursos para diseñar trajes del espacio. Los primeros vuelos del nuevo programa lunar se prevén para 2015, y para 2020 los productos del ingeniero argentino podrán estar en la Luna.
Robert Kelley, rector de la Universidad de Dakota del Norte, fue entusiasta: “Este nuevo subsidio de la NASA es el reconocimiento al trabajo pionero de nuestra universidad en esta área. Nuestra universidad lidera el campo que nos llevará nuevamente a la Luna y más allá”. El subsidio había sido otorgado al laboratorio dirigido por Pablo de León, a fin de diseñar y fabricar prototipos para una serie de dispositivos destinados a la futura campaña lunar, que establecerá misiones en el satélite natural de la Tierra por lapsos de seis meses o más.“El hábitat inflable –explicó De León a Página/12– es un cilindro de tres metros de diámetro por diez de largo. Se transporta plegado y, después del alunizaje, se lo dispone en comunicación con la nave, de modo que los astronautas tengan libre tránsito sin necesidad de traje espacial. Tendrá un esqueleto metálico que permitirá organizarlo en distintos compartimientos, disponibles para diversas funciones y que otorgarán privacidad.”
El segundo encargo de la NASA es “un vehículo motorizado, parecido a los autitos que veíamos por la tele en las misiones Apolo, pero con la diferencia de que llevará un módulo presurizado, para que sus ocupantes no necesiten usar traje espacial. Esto permitirá exploraciones que se alejen bastante de la base lunar; incluso se podrá dormir en el vehículo –explicó De León—. El traje espacial sólo se lo pondrán para salir al exterior”.
Cuando salgan del autito lunar y, sobre todo, cuando vuelvan, habrá que prevenir un problema que conoce todo aquel que haya visitado, pongamos, el balneario de Mar de Ajó: cuando salimos a la playa está todo bien, pero, cuando volvemos, el auto se nos llena de arena. La Luna es muy parecida a Mar de Ajó, con el agravante de que “el polvo lunar es altamente abrasivo: se pega en los diferentes sistemas mecánicos, es uno de los problemas más graves en exploración lunar”, advirtió De León. La solución que su equipo desarrollará es “un diseño por el cual el traje se transporta en la parte de afuera del vehículo; cuando el astronauta quiere salir, entra al traje por atrás, se lo pone y, mediante un doble juego de puertas herméticas, pasa al exterior; al regresar, repite el procedimiento, de modo que el traje, con el polvo lunar adherido a su exterior, vuelve a quedar en la parte de afuera del vehículo”.
Esto requerirá una nueva generación de trajes espaciales, especialmente diseñada para la Luna y llamada NDX-2. La que ya vienen utilizando los astronautas, NDX-1, también fue diseñada por el equipo de De León.
Otro de los problemas que deberán enfrentar los humanos en la Luna es el de la radiación solar: “En el proyecto Apolo, la estadía lunar era de un día o poco más, pero, si se quiere permanecer varios meses, hay que protegerse ante la probabilidad de períodos de mucha actividad solar”, observó De León. La solución que se ensayará consiste en “cubrir los hábitat con polvo lunar, de modo que éste actúe como escudo contra la radiación: haremos simulaciones de este procedimiento en una zona desértica de Estados Unidos”.
Desde hace cinco años, el laboratorio dirigido por De León obtuvo diversos contratos de la NASA para el diseño y fabricación de trajes espaciales, “pero éste es el más importante, que implica más tiempo y responsabilidades”. El trabajo, que incluirá la construcción de prototipos para cada dispositivo, durará “entre dos años y medio y tres años”.
La nueva nave espacial que volará a la Luna empezará a probarse en 2015 y la primera expedición de la nueva serie podría tener lugar antes de 2020.
Vía | pagina12